06 enero 2011

Melodrama (Cap 16)

Las Metrópolis son como un planeta, existen ocho actualmente, ya que según estudios recientes de la NASA afirman que Plutón ya no es un planeta del sistema solar.
Busca tu Metrópolis en Júpiter también. Suma planetas a tu propia galaxia, si no eres feliz en tu tierra puedes vivir en la Luna, es decir que cada planeta es una posibilidad más de ser feliz.
Llámese planeta a Londres, Bs As, La isla del tesoro, La India, El primer piso del edifico más alto del mundo. Llámese según su imaginación.
Estoy cansado de vestir delantal blanco de maestra en casa, desde preparar el almuerzo sin sal para Martin hasta controlar que mi reloj de mano este cuerdo para no retrasar el horario de regreso a casa después del instituto. Soy pésimo para estudiar, soy abstracto, básico, orador de muchas palabras con poca lectura. En segundo año de la escuela secundaria, abotinado al futbol obligatorio del profesor, amedrantado por los más grandes, torturado por los insultos y los malos tratos en casa perdí el año escolar por segunda vez. Recuerdo terminar el último examen de matemáticas junto a la agobiante espera del resultado a un costado de la sala. Menos cuatro para Ignacio dijo en voz alta el Licenciado de Números. Salí adolorido pensando que le diría a Martin. Valla golpes los que daría sobre mi cara hasta que su ira sangre junto a mi sangre de herida.
Sin apoyo de nadie tomé un bolígrafo y falsifique mi libreta de calificaciones, el informe final, el libro matriz de la dirección y decidido dije que había tenido un excelente año, pedí con esos documentos el traslado a otro establecimiento en donde poco tiempo después, casi a mitad de año se descubrió que todos los documentos estaban adulterados e inmediatamente fui expulsado bajo silencio de los directivos.
Que se valla de casa dijo mamá, no quiero que enferme a sus hermanos estando a su lado y dando tal ejemplo. Mamá llorando desconsoladamente, preparaba mis harapos para lanzarme a la calle, mis hermanos suplicaban que no me valla, el perro lamia mis lagrimas de vergüenza de sobre el piso. Medirás tus palabras me dije por dentro, mi madre era chispa que provocaba incendio en cualquier sitio, dieciocho años de diferencia la hacían parecer mi hermana mayor. Recorrí la vida en pensamientos escénicos desde niño hasta el presente, mi mente revuelta, que en sus vueltas citó palabras de su boca cuando estaba muy enfadada conmigo. No se para que te he parido, inservible, mal nacido, raro, mentiroso, homosexual, quiero verte muerto.
Primero apareces sin ser buscado de una noche de goce contra la pared de un hotel de ruta, llegas al mundo por miedo a ser abortado, asesinado por tu madre creadora de tu vida. Se te quiere como se sabe por ser el primero, luego podrás o no crecer en tu propia familia con padre y madre, tienes hermanos para que no estés solo, vas a la escuela y adquieres responsabilidades a corta edad. Cada error es un golpe, cada llanto es una pregunta, quieres salir corriendo. Los padres medirán sus palabras y tragaran su bronca antes de violentarse contra su propia creación, aprendí algunas cosas y entre las que no aprendí, ser amado por tu padre.
Te vas amistando con los glaciares, te ves escarcha, frio, frígido e indoloro.
De grande eres esos adolescentes que lo miran raro, que no habla, que no se integra, que no juega, que es diferente al resto de sus compañeros, que siendo hombre solo encuentra amistad con las mujeres. Debí confesar en mis diálogos con la psicóloga que pos cierto detesto, que hasta los dieciséis años mojaba mi cama mientras dormía. Noche a noche sonrojado soplaba sobre mis sabanas para que se secasen esperando un milagro justo antes que Martin note aquello.
Me veo en la cocina cortando fino un kilogramo de cebollas para mezclarlas con el resto de la comida y entre su inconfundible aroma asistiendo con él a clases por la noche en un instituto nocturno para adultos. Allí cursé mis últimos años de la escuela secundaria después que papá me trasladara como cerdo en su camioneta Ford, castigando mi vida, ya de castigo.
Tenía siete minutos a reloj cuerdo para llegar a casa después de clases y allí estaba esperándome solo para preguntarme porque he llegado tarde, con quien he estado, bajo que argumento y con qué autorización.
Luciano era mi sostén, mi punto de apoyo en esos minutos cuando podía estar con él.
El sábado por la tarde nos reuniremos en la plaza decía el recado en mi contestador.
Ignacio debemos hablar, mi padre va a enviarme a la universidad en el exterior y en un par de días tendré fecha de vuelo.
Mire sus ojos mientras me conversaba, le abrasé pidiendo que no me dejara sin darme cuenta que estábamos frente a quienes pasaban por la vereda polvo de ladrillo.
Haz de cuenta que la cámara filma haciendo foco en nuestras caras, todo lo demás se ha detenido.
El vuelo del papel caramelo que se hallaba en el suelo, el agua que ya casi llegaba a los crisantemos que bordeaban la palmera.
¿Y si vienes conmigo?, empezó a andar todo de nuevo, Suspiré.
Tendré que huir, le pregunté – claro que no exactamente respondió.
Paré el primer taxi que vi y fui directo a casa. Estaba decidido.
Hablé con Martin, le dije que había estado reunido con Renné, amigo de la familia, dueño de una agencia de viajes y turismo en donde había trabajado esporádicamente a principio de año la cual te da la posibilidad de viajar como guía a destinos provinciales a fin de año. Me quedaba pendiente aquel viaje ya que en su oportunidad Martin no me autorizo acompañar durante el periodo de verano a los estudiantes egresados.
- Vale papá que la paga es buena y es dentro del país, tendré alojamiento, comida y además vacacionas en los mejores hoteles.
Mi madre dijo, No, de inmediato, pero quien cerraba o cancelaba el trato era Martin. Al no ver reacción negativa por parte de mi padre, empecé a diseñar todo. Le llamé a Luciano desde mi habitación. – mi amor, me voy contigo.
Las decisiones se toman sin importar como, sin importar lo que se necesita para llegar a buen puerto. Existe un momento en la vida en donde debes proponerte objetivos claros, proponte objetivos altos, un poco más altos a los que tú sabes llegar.
Mientras mamá trabajaba me instalé toda una mañana en su habitación y recogí cada uno de mis documentos. Tomé algunas fotografías del álbum y guarde todo rápidamente entre mi equipaje.
Al día siguiente fui hasta las tiendas de compra venta y vendí a precio regalo todo aquello que tenia, necesitaba dinero para comprar el boleto de viaje, para la estadía, para alimentarme.
Nunca imaginé actuar así por amor, por mi, por el. Trabaje durante días una mentira para alcanzar mi objetivo.
Luciano viajó a Buraquest, llegó en la mañana junto a su hermano mayor quien se encargó del alojamiento y la tutoría en la universidad.
Nos telefoneábamos todos los días, como era aquel lugar, como estaba todo por allá preguntaba cada vez que le oía. Ya se percibía la desaparición en mi casa, se olía a me verán extrañar. Veía a mi padre gritándole a la pared, porque estás sucia le diría, yo no estaba.
Me sentía un caballero dorado, un dios lleno de fuerzas y poderes, lo que tocaba lo volvía realidad, lo que lloraba se mezclaba con el agua fría de la ducha para que no oyesen mi angustia furtiva.
Te estás yendo de casa me decía cada noche, estas abandonando a tu familia resonaba dentro de la caja de madera cuando le confesé al párroco de catequesis en quien hallaba paz sin necesidad de estar dentro del templo de la mentira.
- Papá tengo fecha de viaje para dentro de tres días, volveré después de la temporada de verano. – vale Ignacio, déjame la dirección del hotel y los números telefónicos para llamarte luego. – está bien, claro, lo haré.
Antes de partir para la estación de trenes quite de mi equipaje por un momento una caja pequeña fabricada por mí que dentro llevaba un sin fin de recuerdos, cartas de Elisa, de Sebastián, de Luciano entre otras. Las aparté donde mamá no la viese ya que estaba empecinada con revisar las valijas para que no olvidase nada.
Llegó el día, estaba cálido, yo sabía que no volvería jamás, yo temía mi destino.
- Iremos a despedirte a la estación con tu hermana dijo mi madre. – no os molestéis, respondí algo incomodo. (Insistieron).
La estación estaba desolada, mamá buscaba al grupo de chicos con los cuales yo viajaba, buscaba a la multitud eufórica, buscaba al conductor, a Renné también.
- ¿Dónde está tu grupo Ignacio? Dijo admirada.
Se entrecortaba mi respiración, me mantuve mudo, violacio. Ella daba medios giros por el predio buscando gente, miraba mi rostro y giraba de nuevo, caían lágrimas de madre. Recogía su cabello rubio tomándose de la sien, Victoria le abrazo a mitad de su cadera como sosteniéndola para que no quebrase. Desde la esquina vi llegar a mi abuela Elisa, triste, cabizbaja. Traía entre sus manos una caja mediana con alimentos que ella había comprado para que me llevase. Me miro llorosa, se me estremece el cuerpo mientras os cuento. Me miro llorosa con sus ojos marrones fuertes, rompimos en un profundo beso hasta que nos desprendimos diciéndome, - Ve que tu madre quiere detenerte. Anda hijo mío, te irá de maravillas. Llámame –
Escuche el chillido de partida justo después de sentarme en mi butaca, las tres mujeres se abrazaban entre sí. Les saludé medio roto detrás del cristal mientras se alejaba el tren.
No recuerdo si lo que sentía en ese momento era tristeza o felicidad. Había conseguido mi libertad, había valientemente huido de casa. Había algo mucho más importante en mis objetivos que olvidarme de lo malo, estaba a unas horas de ver en persona al amor, al ángel que custodiaba mi alma noche a noche con sus besos.
En la estación nunca estuvieron los estudiantes, nunca estuvo Renné. Nunca hable con él para viajar a ningún sitio, luego nunca estaría en un hotel, nunca porque todo era una mentira.
Madre, se que hoy has de enterarte de esto, perdóname. No llores, estaré bien.