02 noviembre 2010

DOMESTÌCAME (Cap 9)

Ahora llevo diecisiete años encima y no llevo puestos tacones, no conozco muy bien, ni se para que sirve el rouge, hay media docena de tratamientos de Belleza sobre el ante baño. Parezco un ave que limpia de a picotazos sus alas negras, esta ave no quiere esperar hasta la primavera para poner sus huevos. Ahora mi jaula se hizo pájaro, mi piel se descascara y los pies se mueven al ritmo de cada canción.
Las cosas en casa no van muy bien, mama hace de cuenta que no pasa nada y Martin tiene cara de pocos amigos todo el día, yo estoy dentro de una procesadora, de esas Familiares, y dentro me acompaña cuatro limones exprimidos, me voy lavando, me voy llenando de acido cítrico para prevenir enfermedades. Llevo el cabello largo hasta los hombros, motivo para que Martin quiera llevarme con su amigo Gerónimo para cortármelo tan corto como a el le parezca, yo repuse que ya era grande, que quería decidir como quería peinarme. La decisión estaba tomada y durante quince minutos jugo con su maquina podadora sobre mi cabeza, corto desde la raíz,mis orejas parecían mas grandes y no me hallaba muy cómodo, pensé en no soltar ni una sola lagrima frente sus ojos, apenas llegue a casa me metí debajo la ducha y me acurruque con mis manos echándome a llorar furiosamente.
Al salir del baño Martin comenta por sobre la voz que ya me parecía mas a un hombre. Me llamo hacia la sala, me pidió que le enseñe mis manos, agarro con mucha fuerza dedo a dedo, empezando por el pulgar y recorto mis uñas al ras, los dedos me sangraban, mientras lo hacia, veía muestras de regocijo en su cara, sacaba la lengua apretándola con los dientes y labios
estaba dedicado a tomar partida con mi uñas, las cutículas ardían como fuego, sufrí callado cada recorte hasta que asomo mama al lugar preguntándole porque se había ensañado tan cruelmente conmigo. Martin no menciono ni una sola palabra.
No podía ni si quiera tomar una taza con mis manos, hasta los toques suaves dolían en las esquinillas de mis dedos. Me recosté y quede dormido hasta el día siguiente. Se comentaba en la escuela que uno de los integrantes del equipo de básquetbol, que representaba en los campeonatos
a nuestro prestigioso establecimiento, era homosexual, en los baños, todos los días encontrábamos grafitis denunciándole públicamente. Fabián, por otro lado no daba cabida a los rumores y simplemente no contestaba, no le llevaba el apunte. La directora envió un comunicado, ponía en pie de guerra a los responsables ofreciendo recompensas a quienes aporten datos. Nuestra escuela es católica, en ella no se puede mencionar la palabra gay, ni es permitido hablar de sexo. Somos esclavos de la palabra divina del señor, somos sometidos a ideas basadas en libros, en historia.
Que pasaría si Fabián lo fuese? El cardenal lo expulsaría del templo?. Las cuestiones sacerdotisas son complejas, existen casos de violaciones y acosos sexuales por parte de los dictadores de la palabra. Yo no creo en la iglesia, solo creo en aquel hombre que lucho por nosotros y partió de su pan para alimentar a los pobres.
Creo en mi propio dios, creo a quien le pueda abofetear la cara cuando me venga en gana. Creo en quien pueda ver, en quien pueda tenderme en un abrazo no solo cuando lo precise. Que pasaría si al dios que ustedes rezan no existiese? Por ese miedo yo me decidí a creer en mí. La iglesia cristiana entre otras forma parte Del ente más discriminador del mundo, a los homosexuales, hombres de carne y corazón rojo como Jesús, los tienen catalogados como hijos del demonio.
Jesús no menciona en esos escritos que debemos dividirnos de aquellos hombres que aman a otros hombres de un mismo sexo. Amar es amar sin diferencias, como al hijo del prójimo o como al hijo del esposo. No pueden domesticarnos porque no somos animales, no somos aves de magos mágicos ni mucho menos hormigas obreras. Somos unísonos en nuestras elecciones cuerdas, somos jaulas que se hicieron pájaros.
Lloro desafinadamente contra una cuarta parte de la pared que sostiene un costado de mi cama, Necesito saber si en un futuro voy a ser como Martin y mama, o por elección seré lo que quiera ser. Llorar no es un acto de debilidad, al contrario, es un accionar con garras de tigre, llorar es desterrar a Jesús de el alama, es gritar en voz baja, Llorar es curar por si mismo las enfermedades toxicas que acumula el cuerpo. Noto que mama revisa mis cosas, veo que lleva puesta en la frente una lupa detective, es recta,es directa, me quiere para ella sola, esta actuando egoístamente.
Estaba con dos amigos del barrio, sobre la vereda del club, a tres cuadras de casa, era feriado y corría viento sud, mariano le comenta a quien estaba a mi lado que yo estaba bajo de peso, entonces se lanza por detrás de mi espalda levantándome con la intención de medir mi peso me eleva por arriba de su cara, cuando toco tierra firme escucho a mama desde la esquina, cruzó la calle en un santiamén, como si vendría a buscar algo que le pertenece, traía en sus ojos lagrimas acumuladas desde el verano.
Se accidento frente a mi nariz preguntándome bruscamente que era lo que estaba haciendo. Me tomo del pescuezo como una puma lleva a la guarida a su cachorro y me entrego a Martin haciéndole señas de lo que ella había visto o entendía.
El león quebró con sus colmillos un retazo de tabla y me dio con ella por todo el cuerpo hasta que la madera se hizo astilla, hasta que la madera se hizo aserrín, hasta que la madera se hizo polvo de carpintería.
Que podía entender el puma y el león si eran animales de la selva me dije así mismo. Mi abuela corrió por los pasillos para ayudarme pero ya era tarde, sin mostrar pena me introduje en la bañera totalmente vestido, cerré los ojos, quite el aire de mis pulmones y deje hundirme por completo.
Durante meses se sostuvo el silencio en la mesa, yo respondía lo justo, podía decir si o no. Había jurado convertirme en hombre, había prometido abrir las piernas mientras Caminase, hablar de futbol los domingos y llevar a una novia a su mesa.
Jesús, yo se que nunca voy a misa, se que no me estas escuchando pero quiero que me ayudes. Jesús quiero confesarme, siento que estoy yendo contra mi voluntad , no puedo sostener los besos sobre la frente de Sofía, me cuesta hablar con voz aguda, Jesús estoy pecando, el sr no respondió mi pedido, pero me limpio el alma.
Se ha puesto de moda en la ciudad los cybers café, espacios de recreación con una gran convocatoria por el uso de internet. Martin se fue de campamento con mis hermanos asique aproveché la tarde para conocer el lugar, era la primera vez que usaba internet y no sabia de que se trataba, si bien en el instituto asistíamos a clases de informática el cardenal había prohibido el uso de internet, temía que nuestras mentes vuelen. Sobre el mostrador atendía un hombre de unos veinte y cinco años, rubio, de profundos ojos celestes.

A- Hola que tal, tendría internet para mi ? El hombre me miro fijo a los ojos y soltó una sonrisa.
B- Si, por supuesto, pase por el box 21
A- Bien, gracias.

Tome asiento sin estar seguro que debía hacer exactamente entonces observe sobre el monitor un mensaje en donde si necesitamos ayuda no dudemos en consultarle al operador. Le envié un mensaje y de inmediato estaba en el box. Me puse nervioso, sonrojado le hable

A- No se como, como hacer...
B- Como crear la cuenta de correo electrónico?
A- Si, eso quise decir.

Todos los días aprendía un poco mas con la escusa de buscar información para la escuela. Ya utilizaba el chat y estaba comunicado con personas de todo el mundo. Me había decidido a contactarme con chicos de la ciudad para hacer nuevos amigos. Empecé a descubrir a compañeros de el instituto, inclusive a Fabián, el estaba de novio con Javier tal como se decía.
Una tarde empecé a charlar con Sebastián, un estudiante de lenguas de 26 años. Más bajo de estatura que yo, tez blanca, ojos miel.
Sebastián me propone un encuentro para conocernos un poco mas, llevábamos dos meses hablando por la red que me decidí a conocerle. Martin no me dejaba salir de casa, si no salía con mama no había forma de dar una vuelta por las tiendas de ropa. Sebastián vive en el centro de la ciudad y para llegar tengo que tomar un colectivo, unos quince minutos
de viaje me llevan hasta la plaza principal, algo se me tiene que ocurrir para poder arreglar el encuentro. Llego el domingo y les propuse a mis dos hermanas menores, llevarlas al parque, mama no se oponía asique esa tarde nos preparamos para estar en el centro al rededor de las diecisiete horas. Tome el teléfono y le llame a Sebastián para confirmarle el horario.
El parque estaba repleto de niños jugando, hacia una buena tarde, compre dos tickets para que maría victoria y paz den una vueltecilla en unos ponis de alquiler, la ronda duraba unos treinta minutos. Me dirigí hacia la calle paralela porque ya estaba sobre la hora y ya debía estar esperándome Sebastián. Esperándole en una esquina, yo bestia una camisa celeste, doblada hasta los codos y un pantalón claro. Desde la otra esquina bajo de un taxi el, era como yo lo había imaginado, mientras se acercaba hacia mi sonreirá, como si nos conociéramos de toda la vida y hacia tiempo que no nos veíamos, nos quedamos mirándonos sin decir nada por unos segundos hasta extender la mano para saludarnos.

A- Hola Ignacio, me esperas hace mucho?
B- No, en realidad recién llego, tengo a mis hermanos en el parque, no podía venir solo.
A- No hay problema, yo quiero conocerlos
B- Si claro, pero en un par de minutos porque están dando una vuelta en poni.

Se hecho a reír dulcemente, caminamos media cuadra hasta el bar de el parque, pidió dos licuados de frutas y conversamos profundamente.
Empezó a oscurecer y sin darme cuenta olvide que ya hacia mas de veinte minutos había terminado la ronda de mis hermanas. Levantamos los pies velozmente y corrí hasta el puesto de alquileres el dueño respondió que se habían sentado en el banco de enfrente a esperarme pero después los perdió de vista. Sebastián me alentaba para que los busquemos, recorrimos todo el parque y no los encontré, estaba sumamente asustado ellas nunca se manejaban solas, no sabían volver a casa. No sabia que hacer, ya no quedaba ni un solo niño en los juegos los carros de dulces habían cerrado y debía estar de regreso a las veinte horas. Le pedí disculpas a Sebastián tantas veces creía necesario el calmaba mi espalda reponiendo que ya las encontraríamos. Se me ocurrió ir a la comisaria más cercana y hacer la denuncia, necesitaba ayuda. Grite llamando a un taxi desde la mitad de la calle y nos dirigimos hacia la comisaria, apenas llegue las vi sentadas sobre el banco de acero, llorosas, asustadas, nos tendimos los tres en un
abrazo. Llegamos a casa después de la hora autorizada, mama nos esperaba afuera, le comente que se habían perdido pero que todo había sido una confusión. Apenas apoye la cara sobre mi almohada hasta el otro día no deje ni un segundo de pensar en el, apenas me levante le respondí con una llamada.
Una voz predispuesta a ayudarme estaba de el otro lado, me sentí bien.

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