19 junio 2012

Lungs (Cap 21)

Una lamparilla, luz tenue, luz que de a ratos se vence. Un teléfono desconectado, cables color carmesí entre mis piernas, llamadas en espera, postales y cuentas vencidas. Amígdalas inflamadas, fiebre alta como las nubes de cuentos, susurros verdes como manzanas, escalofríos de historias con hechizos, peso en descenso, nidos de aves, huevos de cocodrilos. Luz que amenazaba hasta que se apagó, agua desde el techo, goteras desde mis ojos, jaquecas en las puertas, aceite de cabellera. Silencio de montañas, viento de barrilete, dolor de esguince, inflamación de cobarde, infección de mala praxis. Soledad sobre mis muebles, costados cubiertos por medio cojín, espacios sucios, polvo de aserrín, larvas que arrasan, moscas en mi nariz. Doce golpes sobre mi puerta hasta que se me recoge por la fuerza. Ocho días después desperté sobre la cama de mi habitación, Paulina tomaba de mi mano, boquiabierta y un tanto emocionada, - Al fin despertaste, estaba preocupada, no me atendías las llamadas y vine a buscarte. ¿Que paso? - Luciano se fue, recuerdo que después de que se marchara el coche cerré las ventanas de la habitación mientras se esfumaba el humo negro sobre la calle de aquel Chevrolet. Caí rendido sin poder diferenciar si aquello que sentía era felicidad o tristeza. - ¿Estuviste todo este tiempo encerrado verdad? - Si. Valla duelo, dije apenas me repuse. Sin desviar mi atención sobre lo que había pasado me decidí a olvidar todo para empezar a reponer fuerzas. ¿De donde sacaría tal cosa yo si había perdido todo?, ¿Cómo se sigue?, no lo se, aprenderé. Cuando nos separamos debemos reconstruir todo ese muro que se derrumbo mientras estábamos comprometidos con el amor. Los amigos, la familia, el trabajo. Cada uno de ellos según su orden de prioridad, según nuestra necesidad. Debo reconocer que lo que mas me costó fue recuperar a mis amigos, algunos estaban y otros no. Algunos portales no se me abrieron nunca mas, algunas cerraduras dejaron ver quien tocaba la puerta y enseguida velozmente se me abrazo con calidez. Me he permitido emocionarme todos los días, he perdido poco a poco la vergüenza que tenia por lo que había pasado, esa vergüenza de abuso de poder, es una vergüenza diferente, soberbia de personalidad arrogante. Cada vez que se me preguntaba por Luciano, enfrentaba mis labios con mi boca para que dijesen la verdad. Note con disimulo que ahora mas de la mitad de mi entorno opinaba que él nunca fue para mi, palabras como, Yo sabia que algo pasaba entre ustedes, siempre dije hay algo que no me cierra de él y nunca me agradó se subrayaban entre otros adjetivos. Puse cara de aceptación y me retire sumiso. Recompuse en todo este tiempo la relación con mis padres, nos telefoneábamos mas seguido y Elisa me enviaba cartas con recortes de las rosas de su jardín. Transcurrieron treinta y tres días, hasta que tocó mi timbre.

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